Cartas de la palabra Río

El camino de lo visible. ¿Adónde va lo que miramos?i

Por Claudio Asaad

 A veces tengo una sensación esperanzadora. Escucho una música que me tranquiliza, la luz escribe el contorno del mundo más próximo sin apuro y como esperando ser vista. Debajo de esa incandescencia no hay opacidad posible, pero si la muda tensión entre las sombras, los matices de los colores y los brillos; trasparencias que se dejan vencer por el paso del tiempo. Las pupilas disputan sus capacidades mutuas, recorren el espacio que les es dado, empujan la perspectiva, ordenan lo real para poder acercarse, imponer cierto orden, reducir el daño. Lo mirado se espeja en la historia escrita con la materia de la abstracción, una memoria hecha de fragmentos, imágenes inacabadas, fronteras difusas, permeables a la espera de aparear la experiencia con lo nuevo.

Hay algo que se sujeta en silencio y después se vuelve palabra, la lengua obtura sobre el lenguaje de lo visual, retacea lo intraducible y hace narración, metáfora pretenciosa, casi poema el acto de mirar con voluntad y pudor ambiguo.

A lo descubierto como excepcional, el aparato para hacer fotos lo vuelve espacio sembrado de huellas; en milésimas de segundo permite a lo reflejado constituirse en imagen por obra del conjuro de sensibilidades frente a la luz (de la película, el sensor) por los límites rígidos y geométricos del plano. El encuadre admite en un campo visual, una posible solución compositiva y como si fuera poco suma la profundidad y la nitidez de un ojo óptico que establece las zonas donde lo nítido induce las posibilidades del sentido.

Todo para decir belleza, horror, asombro, qué hacer con esto, como responder ante la ostentación del mundo a punto de diluirse en el olvido, eso imposible con palabras de esta vida, inefable canción sin sonido, evocación de una respiración que será entrecortada para el que ve y es capaz de encontrarse con el instante de lo creado con el artista, autor, mecenas de sí mismo; puesto a voluntad de la creación, como acto de recuperación de lo mirado como revelación por momentos estética, política, social.

Dice la fotógrafa Adriana Lestido: “El tiempo me interesa sobre todo desde la presencia, desde aprender a estar presente, poder tener la conciencia en el presente”
¿Adónde va lo que miramos?

Obturar sobre el mundo, para testimoniar un presente que es pasado en las fotos, impunes, indiscretas ante el paso del tiempo. Mirar es un acto del presente que se quiebra mientras el ojo camina por la superficie de los significantes tratando de comprender, de recuperar para si ese gesto ofrecido como memoria colectiva. Antes de olvidar, el ojo celebra la dicha del goce de tocar con la vista la membrana de lo inasible a través de la porosidad de la historia humana.

Balbucea John Berger:

Cuando abro la cartera
para enseñar el carné
para pagar algo
o para consultar el horario de trenes
te miro.
El polen de la flor
es más viejo que las montañas.
Aravis es joven
para ser una montaña. Los óvulos de la flor
seguirán desgranándose
cuando Aravis, ya vieja,
no sea más que una colina. La flor en el corazón
de la cartera, la fuerza
de lo que vive en nosotros
y sobrevive a la montaña.
Y nuestros rostros, mi vida, breves como fotos.

Elías.

i Con mínimas modificaciones este texto fue leído en el conversatorio del mismo nombre, Asociación Riocuartense de Plásticos (ARP), octubre de 2024.