Historia

La rosa roja de la revolución

La autora acerca a los lectores de ECM Digital las líneas fundamentales de su biografía poética novelada de Rosa Luxemburg, acaso la revolucionaria más lúcida del siglo XX.

Por Livia Hidalgo

Rozalía–Róża–Rosa está compuesto de 23 series (algunas de estas series se inician con una semblanza escrita por sus amigas Clara Zetkin y Luise Kautsky). Todas las series, salvo las series 22 y 23, son en su gran mayoría fragmentos de cartas. Hay fragmentos auténticos de Luxemburg, pero alguno de ellos fue intervenido por mí, sin desvirtuar su espíritu, con el solo objetivo de orientar al lector sobre el tema al que se refiere Luxemburg y también existen cartas apócrifas escritas por mí (en la selección que hago hay una de ellas), basadas en la investigación que he realizado sobre mi biografiada y en sus artículos y libros más significativos. Por tanto, este texto podría considerarse una biografía novelada, con la pretensión de que sea la misma biografiada la que cuenta su vida. También he incorporado algunos diálogos con amigas (Clara Zetkin y Luise Kautsky) y con Lev Jogiches, el hombre con quien Rosa se relacionó en su juventud y la acompañó hasta su muerte. Jogiches fue también quién denunció los asesinatos de Rosa Luxemburg y Karl Liebknech y proporcionó los detalles de lo ocurrido ese 15 de enero de 1919 (Serie 23), investigación que le costó su propia vida. Lev fue asesinado el 10 de marzo de 1919. La serie 24 es una reflexión sobre el deseo y la realidad. No solo el deseo de Luxemburg sino de todos aquellos que aspiramos a una sociedad más justa y equitativa y nos vemos enfrentados a una especie de feudalismo o capitalismo cruel, devastador y deshumanizado, constituido por los dueños del poder real globalizado que erosiona y corrompe a casi todos los países y a casi todos los estamentos de los gobiernos, y es el responsable de la miseria en el mundo. Ese feudalismo está constituido por el 1% de la población mundial. Me pregunto si el 99% no podremos hacer algo para enfrentar a estos caníbales que representan el 1%. ¿No debemos leer a la actualísima Rosa Luxemburg para que nos explique el porqué de lo que nos ocurre y nos inspire sobre los caminos a seguir? Aconsejo leer: En el albergue (transcripto completo en el libro). Historia de la Economía Política, La acumulación del capital y/o Anticrítica/ Panfleto Junius, ¿Qué quiere la liga Espartaco? – entre otros textos políticos (resumidos en el texto, pero disponibles completos y gratuitos en la web). 


He aquí algunos pasajes del libro. He preferido para esta reseña no abordar los asuntos específicamente políticos por razones de espacio y enfocarme en las cartas de alto impacto poético, pero que sin embargo son también de alto impacto político.  
    

DESDE BERLÍN A KARL KAUTSKY [1] (13/7/1900)



Querido Karl



Bajo el espléndido sol de junio/ en ese templo de la naturaleza/ verde, perfumado y umbroso/ –el bosque de la postal que me envió–/ con el apacible murmullo del eterno Thalatta / ¡verse obligado a leer/ a reflexionar/ o a discutir sobre el cretinismo parlamentario!// No. Le ahorraré a usted esto…/ Hablemos pues del Thalatta.// ¿Se acuerda usted –estando allí–/ mientras el mar corre a sus pies con su incesante murmullo/ la hermosa leyenda del ciego cantor helénico/ que –rasgando la lira a orillas del mar–/ tomaba su rumor/ por el murmullo del pueblo?// Al terminar su bello canto/ –al no oír el aplauso de la muchedumbre–/ se quejó con amargura por la ingratitud.// Y en su doloroso despecho arrojó rabiosamente/ la lira al mar para que se hiciera pedazos./ Pero las olas la recibieron/ y la mecieron tiernamente/ y la llevaron lejos arrastrándola/ suave, suavemente/ cada vez/ más lejos/ más lejos de él.// […] Me imagino que el sentimiento de mayor fuerza/ que se debe experimentar frente al mar/ es el de la propia insignificancia./ Yo lo siento ante lo que el mar tiene de eterno/ de inmutable/ de soberbia indiferencia. // Tuve esta impresión ante la cascada del Rin en Suiza/ ante su agitación tumultuosa/ que no cesa un segundo –ni de día ni de noche–/ durante siglos y siglos.// Esa visión me llenó de angustia/ y azoramiento.// Volví a casa destrozada./ Y cada vez que paso por esa cascada/ o veo –por la ventanilla del tren–/ aquel terrible espectáculo/ aquella espuma que salta/ aquel abismo blanco de agua hervorosa/ y oigo/ aquella agitación tumultuosa/ ensordecedora/ mi corazón se contrae/ y algo dentro de mí/ me dice:/ “¡He aquí el enemigo!”// ¿Le sorprende a usted?// Pues sí./ Es el enemigo de la vanidad humana/ que –creyéndose algo–/ cae súbitamente en la nada.// Por lo demás/ es el mismo modo de concebir el mundo de Ben Akiva./ Encierra la misma enseñanza:/ “Siempre ha sido así”./ “Las cosas marchan solas”./ “Todo es predestinación divina”.// Para Ben Akiva/ el hombre/ su voluntad/ su poder no significan nada. // Por eso/ mi querido Karl/ mi querido Carlomagno/ odio yo esa filosofía/ y abrazo la idea/ de que es preferible precipitarse en la cascada del Rin/ y perecer en ella/ como una cáscara de nuez/ antes que doblar sumisos la cerviz. // Y dejemos mugir el agua/ como mugía en el tiempo de nuestros antepasados/ y como seguirá mugiendo/ después de nosotros.



DE LA PRISIÓN DE ZWICLAU A LOS KAUTSKY. 1904



Querida Lulú



¿Le sorprende a usted/ que fui sentenciada a tres meses de prisión/ por “delito de lesa majestad”? / ¿Qué se considerara una ofensa al Káiser Guillermo II/ el que yo haya dicho –sin siquiera nombrarlo–:/ “El hombre que afirma/ que la vida de los trabajadores alemanes es buena y está asegurada/ no tiene ni idea de los hechos”? // Así son las cosas aquí. / Alardean con la democracia/ con la libertad de expresión/ –pero siempre que sea favorable a ellos. // Al primer desliz saben cómo reprimir y oprimir a los opositores./ –Mi condena es ejemplar: ¿quién se atreverá a hablar ahora?// No se inquiete por mí –estoy muy bien aquí:/ rodeada de aire/ de sol/ de libros y de afecto humano…/ […]/ y siempre incorregiblemente feliz.

                                                            (Carta apócrifa)

***

Queridísima Lulú



Cuando anochece/ una brisa suave entra por el tragaluz de mi celda/ mece mi pantalla verde/ y delicadamente da vuelta las páginas/ del libro abierto de Schiller. // Afuera/ cruza lento un caballo que vuelve a su establo. / Y en la paz de la noche/ sus cascos golpean el empedrado/ –suave chasquido en ritmo pausado.// Desde lejos llegan –casi imperceptibles–/ las notas de una harmónica –tan arbitrarias/ como si algún aprendiz de zapatero/ con pasos desalineados silbara un vals./ […]// Esta brisa traidora –ahora– me lleva lejos/ –ni yo misma sé dónde/. La vida juega conmigo a un eterno escondite. / Siempre me parece que la vida no está en mí/ ni en donde yo estoy/ sino/ en algún sitio lejano. // En otro tiempo –allá en mi casa–/ me deslizaba al amanecer hasta la ventana. // –Aah! nos prohibían severamente/ levantarnos antes que nuestro padre. // La abría sigilosa y miraba hacia afuera/ hacia el gran patio. / Seguramente no había gran cosa que ver allí. / Todo dormía aún.// Un gato con paso aterciopelado cruzaba el patio./ Dos gorriones se peleaban descaradamente y chillaban/ y el corpulento Antoni/ metido en su abrigo corto de piel/ –que usaba igual en invierno y verano–/ estaba plantado junto a la bomba de agua/ con las dos manos y la barbilla apoyadas en el palo de la escoba/ y tenía un profundo aire de meditación/ en su cara adormilada/ y sin lavar.// Porque aquel hombre –Antoni– era de tendencias elevadas.// Todas las noches después de cerrar la puerta de la cochera / se acomodaba en el banco del vestíbulo –que le servía de cama/ y deletreaba en voz alta –a la luz vacilante del farol–/ la Gaceta que le traía un policía/ y su voz resonaba por todas las casas/ como una letanía ininteligible//. En aquellas lecturas/ solo le movía un amor desinteresado por la literatura./ No entendía ni jota/ pero le gustaban las letras –las letras como tales–/ y nada más.// Lo cual no quiere decir/ que fuera hombre fácil de contentar.// Un día le presté –porque él me lo pidió–/ Los orígenes de la civilización de Lubbock/ que yo apenas había empezado a leer con ardiente fervor/ –era mi primer libro “serio”.// Me lo devolvió al cabo de dos días./ Me dijo que aquel libro “no valía nada”.// Yo necesité muchos años/ para comprender/ cuánta razón tenía.// Este Antoni –como ya dije– empezaba el día/ sumiéndose en profundas meditaciones/ de las que salía de súbito –indefectiblemente con un enérgico/ estrepitoso y estremecedor bostezo./ Y ese bostezo liberador siempre significaba lo mismo:/ ¡Ahora a trabajar!// Todavía me parece oír/ el chasquido que producía al pasar su escoba húmeda/ al sesgo/ sobre el suelo.// Se esmeraba –por refinamiento estético–/ de trazar en los bordes del empedrado/ graciosos festones regulares/ que podrían haber pasado por un delicado encaje de Bruselas.// La gracia con la que barría el patio era todo un poema.// Era aquel –también– el más hermoso instante del día/ antes de despertar la vida estrepitosa/ oscura/ ruda/ pesadamente rutinaria de la gran casa de la vecindad.// La soberbia calma de la hora matinal/ se derramaba sobre la vulgaridad de la tierra.// Arriba –en los cristales– chispeaban/ los primeros oros del sol naciente/ y más arriba aún/ flotaban nubecillas rosadas y vaporosas/ antes de disolverse en el cielo gris de la ciudad.// En aquel tiempo/ yo creía firmemente que la vida/ –la “verdadera” vida–/ estaba en algún sitio –no sabía dónde–/ en un sitio apartado/ lejos/ muy lejos/ del otro lado de los tejados.// Desde entonces no he cesado de buscarla./ Pero no logro alcanzarla/. Siempre se oculta detrás de algún nuevo tejado. // Al fin de cuentas/ todo fue una burla cruel./ Ya que la verdadera vida se quedó precisamente allí./ En aquel patio en el que por vez primera leí/ –en el trabajo/ y en los ojos/ y en el rostro de Antoni–/ Los orígenes de la civilización.



DESDE LA PRISIÓN DE WRONKI A SONIA LIEBKNECH (1916)

Soñuska



Sé que sueña usted con ir a Italia conmigo. // He pensado en llevarla a Córcega/ es mejor que Italia.// Imagínese usted/ un panorama de los tiempos heroicos/ enmarcado en los trazos severos/ de las montañas y los valles.// En la cima/ masas y masas de rocas lisas de un gris oscuro/ abajo/ frondosos olivos, adelfos y castaños centenarios.// Añada una quietud/ como la que debió anteceder a la creación del mundo:/ ni voz humana/ ni trinar de aves/ solo el rumor del riachuelo bajando entre las piedras// y en lo alto –en los tajos y peñascos–/ el murmullo del viento/ –el mismo viento/ que henchía las velas de las naves de Ulises.// Los hombres que habitan esa región/ encajan a la perfección con el paisaje.// De pronto –en el recodo de un sendero del monte–/ los corsos caminan en fila/ –uno detrás de otro–/ y no en grupos como nuestros campesinos.// A la caravana la precede un perro/ luego –a paso lento– sigue una cabra/ o un borriquito cargado de castañas.// Atrás viene un mulo/ que lleva en su lomo/ a una mujer con un niño en brazos.// La mujer se mantiene erguida como el ciprés./ Inmóvil.// A su lado –con paso firme y cadencioso–/ avanza un hombre barbado.// Ambos en silencio.// Uno juraría que tiene frente a uno/ la Sagrada Familia en carne y hueso//. Y estos grupos surgen a cada paso./ Y no hubo vez/ que no sintiera el impulso instintivo de arrodillarme/ –como me acontece siempre/ ante la belleza perfecta.



***



Dice usted, Soniuska/ que está indignada por mi larga detención/ y exclama: “Cómo es posible que haya hombres/ que decidan sobre la vida de otros hombres? / ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?!” // No se enoje/ pero cuando leí esto me sonreí.// En los Hermanos Karamazov de Dostoiesvki/ hay un personaje Choclakova/ que no hace más que preguntar: “¿Por qué?”/ –viniera o no a cuento./ Tal como si fuera una muletilla./ Y antes que alguien le contestara/ ya estaba hablando de otra cosa.// ¡Ah, pajarito mío!// Toda la historia de la civilización…gira en torno al hecho/ de que unos hombres deciden sobre el porvenir de otros.





DE LA CARTA A SONIA LIEBKNECH DESDE LA PRISIÓN DE BRESLAU (1917)



¡Qué extraña es –me decía a mí misma–/ esta especie de alegre embriaguez en la que me encuentro…/ sin razón alguna! // Estoy tendida en un cuarto oscuro/ sobre un colchón duro como una piedra. / A mi alrededor reina un silencio mortal/ –como si estuviera en un sepulcro. // La luz del farol de afuera/ arde toda la noche frente a la cárcel/ y se refleja en el techo.// De vez en cuando oigo pasar un tren lejano/ y de rato en rato –al pie de mi ventana– el centinela tose/ y da unos pasos –lentos y pesados– para desentumir sus piernas/. La arena cruje bajo sus botas –cruje tan desesperadamente–/ que parece clamar –en la oscuridad húmeda y sombría–/ toda la desolación/ y toda la desesperanza que hay en la existencia. // Ahora estoy tendida aquí –sola–/ envuelta en los pliegues oscuros de la noche/ envuelta en los pliegues oscuros del hastío/ en los pliegues oscuros del cautiverio/ en la oscuridad del invierno/ sin embargo/ mi corazón palpita/ con un incomprensible gozo interior/ con una alegría nueva para mí/ –como si me paseara por una pradera florida bajo un sol radiante.//

Y en las tinieblas del calabozo sonrío a la vida/ como si tuviera un mágico talismán/ con la virtud de transformar lo feo y lo triste/ en claridad y dicha. // Yo misma busco el porqué de esta alegría. / No encuentro la respuesta.// Y el secreto quizá esté/ en el solo impuso hacia la vida.// En esos momentos pienso en usted, Soniuska./ Y ¡con cuánto gusto le prestaría mi talismán!



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DE LA CARTA A SONIA LIEBKNECH DESDE LA CÁRCEL DE BESLAU (1918)



¡Cómo me duelen los años y meses/ que estoy perdiendo aquí! // ¡Cuántas cosas bellas hubiéramos podido vivir juntas! / –a pesar de los espantosos sucesos/ que están ocurriendo en el mundo. // Sepa usted –Soñuska–/ que no es razonable moralmente/ indignarse contra los elementos. / Contra un huracán/ una inundación/ un eclipse de sol/ sino que hay que aceptarlo como algo fatal/ y transformarlo en objeto de estudio y conocimiento. // Por eso/ mientras más dure esto/ y cuánto más se sucedan diariamente la infamia y las atrocidades/ y rebasen todo límite –toda medida–/ más serena y firme me siento. // Son –evidentemente– los únicos caminos de la historia/ y hay que seguir la historia sin perder de vista su trayectoria. // Yo presiento que todo este fangal en el que nos encontramos/ que todo este inmenso manicomio en que vivimos/ se transformará –de la noche a la mañana–/ como por encanto/ en su antítesis. / En algo grande y heroico. // Y si la guerra dura algunos años más/ este cambio se producirá…inevitablemente. // Lea Los dioses tienen sed de Anatole France./ Admiro esa obra –sobre todo– porque el autor/ –con su genial intuición de cuanto es universalmente humano–/ parece decirnos:// “Miren:/ De semejantes personalidades/ de semejantes mezquindades cotidianas/ es de donde surgen –en un momento dado de la historia–/ los más gigantescos acontecimientos/ y las hazañas más sublimes”.// Hay que aceptar cuanto sucede/ –tanto en la sociedad como en la vida privada– con espíritu sereno.//

Ver las cosas grandes/ y acatarlas con una sonrisa. // Creo firmemente que al terminar la guerra/ todo tomará un giro mejor/ pero antes –parece evidente– tendremos que pasar por un período/ lleno de las más terribles torturas humanas.



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El 15 de enero de 1919 .no asesinaron a una judía “terrorista y peligrosa”, /. En la noche de la barbarie/ asesinaron el faro del socialismo internacional. // Adam Mickiewicz –poeta polaco– escribió: Malditos sean los pueblos que asesinan a sus profetas.



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Rosa Luxemburg se equivocó. Su deseo no se correspondía con la realidad de aquellos tiempos/ ni con la realidad de estos tiempos. // Sí, acertó en su pronóstico cuando dijo/ –en consonancia con Engels–: Socialismo o Barbarie. // Ganó –una y otra vez– la Barbarie.// Las guerras se sucedieron/ en una lucha salvaje por apropiarse de las riquezas de los territorios económicamente atrasados/ –impidiendo por todos los métodos posibles que esos territorios progresaran y se convirtieran en sus competidores.



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Las guerras imperialistas para apropiarse del mercado mundial/ se iniciaron a escala internacional con la Primera Guerra Mundial. / Siguieron con la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría. // Ahora estamos en las puertas de la Tercera Guerra Mundial.



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Oriente y Occidente en conflicto. / Y los mandatarios de casi todos los países/ saben a qué banda de delincuentes alinearse. // Y la destrucción del planeta avanza/ a contaminación constante.// Oriente y Occidente en llama viva./ Y los mandatarios de casi todos los países/ saben a qué banda de depredadores alinearse.// Nosotros –los que denunciamos estas atrocidades–/ somos los sin voz ni voto./ Somos los que no creemos que la riqueza y el poder/ sea el fin último de la raza humana./ Somos los excluidos./ Somos los esclavos negros/ y los esclavos blancos de todos los tiempos./ Somos los indignados./ Los trabajadores estafados./ Los jubilados expropiados./ Los sin tierras./ Los pueblos originarios devastados./ Los sudacas./ Los villeros de las economías populares./ Somos las “cucarachas” que sobrevivimos a los resumideros de la historia.// Somos los “subversivos”./ Sí/ somos los que queremos subvertir el orden establecido./ Los que luchamos por un orden más justo y equitativo./ Los populistas./ Los que gritamos en contra de la barbarie:/ ¡Abajo el sistema capitalista deshumanizado/ inmoral y globalizado!/ Somos Rosa Luxemburg –desgañitándose–/ desgañitándonos/ en el desierto de los corazones humanos.// Y decimos con ella:// es preferible precipitarnos en las Cascadas del Iguazú/ y perecer en ellas –como una cáscara de nuez–/ antes que doblar sumisos la cerviz.

 i Rozalía–Róża–Rosa de Livia Hidalgo es una biografía de Rosa Luxemburg, editada por Cartografías, Rio Cuarto, 2024.