Reseña
Ediciones del Puente, Río Cuarto, 2024
Por Mariana Gianotti
El desafío de comentar un libro es siempre una oportunidad. Nos ofrece el espacio
de valernos de la sabiduría de su autor para repensar y revisar lo que va dejando
esa lectura, en el entretejido de la propia biografía.
“Soñar castillos de justicia: Alberto Pinto (1937-1979)”, de Eduardo Escudero llega a mis manos en un momento histórico en el que, pareciera necesario – sino imprescindible volver a hacer explícitas las convicciones personales y los acuerdos colectivos en relación a la inadmisible e indiscutible violación de derechos humanos que invade una época signada por el golpe cívico-militar en Argentina. El nombre de Alberto Pinto resuena en los medios de comunicación locales y en algunos pasillos de la UNRC porque en agosto de 2024 el Observatorio de Derechos Humanos ha concretado el primer acto de reparación de legajos de estudiantes y trabajadores de la UNRC. Estudiantes y trabajadores que vieron interrumpidas sus trayectorias formativas por ser víctimas del terrorismo de estado durante la última dictadura.
Recorrer las páginas del libro en el que el autor despliega la potencialidad de la escritura fluida, con la precisión del investigador y con la sensibilidad de un artista,
permite reconstruir mucho más que la biografía. El trabajo realizado es minucioso
y contribuye a la recuperación de la memoria entrelazando documentos históricos con textos literarios y con las valiosas voces de quienes compartieron con Alberto Pinto las aulas de una universidad recién nacida, las charlas de bares oscuros, el silencio del encierro, los desgarradores registros del dolor y la bronca de una muerte violenta, injusta e innecesaria.
Durante la lectura se deja ver una imagen activa, viva y presente de un Alberto Pinto
poeta, escritor, educador de adultos, profesor de filosofía, vendedor de libros y estudiante de la Licenciatura en Ciencias de la Educación. La atrapante lectura nos invita a sentir la euforia de una época de transformaciones, de militancia política, de convicciones a flor de piel, de juventudes revolucionarias y el sufrimiento instalado en los cuerpos y reconstruido por quienes sobrevivieron y sostienen la lucha por la memoria, la verdad y la justicia.
Recorrer las páginas de este libro nos re-encuentra con “el flaco” como le dicen los
amigos en los relatos, nos muestra a un intelectual brillante que sabía y leía de todo, que estaba en todos lados y que llegaba siempre caminando con el diario o algún libro abajo el brazo. Sorprenden las palabras repetidas, no por
redundancia literaria sino por calificar a Alberto Pinto como un tipo generoso, solidario a más no poder, brillante intelectualmente, sumamente cuestionador. Serio. Estudioso, responsable y comprometido políticamente.
De la mano de Eduardo Escudero nos adentramos a un momento histórico y recorremos espacios de la ciudad que fueron nido de ideas. Imaginamos y sentimos la emoción de sus amigos que persistieron y esperaron justicia y que sostienen la
memoria para que no se vacíe de sentido la lucha colectiva por un mundo donde
quepan muchos mundos.
La experiencia de leer “Soñar castillos de justicia: Alberto Pinto (1937-1979)” de Eduardo Escudero, logra interpelar el sentido de lo humano, el valor de lo colectivo, la defensa de los ideales.
Es una invitación a transformarnos, a re-pensarnos. Es una forma más de hacer
justicia y de correr las excusas para sostener la lucha y para mantener en alto
la bandera del NUNCA MÁS.
Mariana Gianotti es Directora del Departamento de Ciencias de la Educación, Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de Río Cuarto.